SINODO MARONITA DE MONTE LÍBANO EN 1736
Por: Alberto Meouchi-Olivares
De los distintos sínodos que la Iglesia Maronita ha vivido, uno de los más destacados ha sido el celebrado en Louaize (Monte Líbano) en el año de 1736, pues recibió de él su “derecho canónico”, es decir, su ley constitucional.
Este Sínodo que duró tres días (30 de septiembre-2 de Octubre de 1736) fue convocado por el patriarca José V El-Khazen (fl. 1733-1742). El deseo de realizar un sínodo surgió porque la comunidad maronita se encontraba profundamente divida a consecuencia de las posturas opuestas que aparecieron por aquel entonces: los parroquianos –con poca cultura pero con fervorosa fe– y los eruditos eclesiásticos europeos –preparados en Europa. Los primeros conservadores, los segundos liberales. Las tensiones eran tan álgidas que se destituyó al patriarca Jacobo IV Awad (fl. 1705-1733), aunque Roma lo volvió a restituir, pues era un patriarca legítimo. Sin embargo, el descontento y la necesidad de encontrar una reforma era urgente.
Ante esta situación el papa Clemente XII (fl. 1730-1740) designó como su delegado al prestigiado obispo José Simón Assemani (1686-1768) para acompañar al Sínodo como representante papal, pues era bien visto por ambos bandos.
El Sínodo fue un sínodo muy completo y en él se reprodujeron varios artículos del concilio de Trento (1545-1563), y le dio a la Iglesia Maronita una vasta legislación para su ley canónica. Abarcó muchos puntos importantes dando lugar a un documento de 555 páginas impreso en árabe en el monasterio de san Juan Bautista de Chouair (Líbano) en el año 1788. Propaganda Fide mandó editar una traducción al latín el 8 de septiembre de 1820, que no fue bien traducida y difería en algunos puntos importantes del texto original. Los obispos maronitas no conocían el latín (y el texto oficial aprobado por Roma era éste), y esto ocasionó algunos malentendidos.
Su aceptación no fue pacífica, aunque su celebración sí lo fue. En él se restringió al patriarca de muchas de sus prerrogativas para pacificar los ánimos. Las disputas sobre el Sínodo se extendieron por cerca de cinco años después de clausurado, por lo que el papa Benedicto XIV (fl. 1740-1758) se vio obligado a confirmarlo, así que convocó un consistorio con los cardenales en el Qurinal el 7 de agosto de 1741 para analizarlo, y de los resultados obtenidos confirmó la legitimidad del Sínodo el 1 de septiembre en 1741 in forma specifica con la Bula Sigularis Romanorum, para que fuera acatado, y el 14 de febrero de 1742 para sofocar las pocas voces que aún se oponían decretó el breve Apostolica Prædecessorum, y zanjó la discusión.
Vendrían después nueve sínodos más –celebrados entre 1736 y 1856– sólo para dar aplicación a esta gran Sínodo de Monte Líbano.
Este importante Sínodo, que concretó muchas cosas prácticas (p. ej.: la erección de diócesis, el nombramiento de obispos, la distribución de los santos óleos, la separación de los monasterios masculinos y femeninos que estaban juntos y dependían de la misma autoridad la regulación de las órdenes monásticas, etc.), palió el conflicto entre conservadores y liberales, pero acosta de afianzar la latinización del patriarcado maronita, que vendría a purificarse –de esta latinización– hasta el siglo XX con el Concilio Vaticano II, aunque, hasta la fecha, ha dejado una impronta muy latina en muchas de sus costumbres.
Bibliografía:
DIP, Pierre, History of the Maronite Church, traducido al inglés por BEGGIANI, Seely, Líbano: Imprimerie Catholique, 1971.
Ver voces:
HISTORIA DE LA IGLESIA MARONITA.
Cómo Citar:
Meouchi-Olivares, A. (2019). Diccionario Enciclopedico Maronita. iCharbel-Editorial.
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