SHARAR (ܫܰܪܰܪ), ANÁFORA DEL
Por: Alberto Meouchi-Olivares
Es una anáfora maronita atribuida a san Pedro, de ahí que el nombre original de esta anáfora sea la de Anáfora de san Pedro, el Apóstol (nota: no confundirla con la Anáfora de san Pedro, príncipe de los Apóstoles, que es otra anáfora de la liturgia maronita), pero se le conoce comúnmente como Anáfora del Sharar.
La Anáfora del Sharar toma su nombre de la palabra aramea ܫܰܪܰܪ (sharar) que significa “confirma”, por la oración que le sigue al Credo: “Confirma, Señor, nuestros corazones y planta en nuestras almas la fe recta…”, y que es exclusiva de esta Anáfora de San Pedro el Apóstol.
Se piensa que el origen de esta oración se remonta al hecho de que san Pedro la incluyó la oración del Confirma –ܫܰܪܰܪ (sharar)– después de la profesión de fe (credo) para dar cumplimiento al mandato que le dio el Señor cuando le predijo que lo negaría: “Simón, Simón, mira que Satanás te ha reclamado para cribarte como el trigo. Pero yo he rogado por ti para que tu fe no desfallezca; y tú, cuando te conviertas, confirma a tus hermanos” (Lc 22, 31-32).
Según la tradición referente a las apóstoles, se cuenta que el día de la Asunción de la Santísima Virgen María a los cielos, durante su dormición, el Colegio Apostólico, encabezado por san Pedro, se acercó al cuerpo de María, y los apóstoles se celebraron, juntos, la santa Misa utilizando la Anáfora del Sharar. Por eso, se le conoció en algún momento, también, como la Anáfora de los Apóstoles. En efecto, en uno de los manuscritos siríacos que se conservan en la Bibliothéque Nacional du Paris expresamente dice que la Anáfora del Sharar “fue proclamada por primera vez por san Pedro, durante la Asunción de la Virgen” (ms. Par, syr 71, fol 14a).
Esta Ánfora es similar, en su construcción y en sus textos, a la Anáfora de los discípulos Adai y Mari, que pertenece a la tradición de la iglesia Siro-Caldea. Ambas anáforas (la del Sharar y la de Adai y Mari) pertenecen a la tradición siríaca de Edesa (actual ciudad de Urfa, Turquía; Edesa fue la capital cultural del mundo siríaco entre el siglo IV y VI), por lo que algunos científicos de la historia la remontan al siglo IV.
Es un hecho que los maronitas celebraban la misa con frecuencia utilizando la Anáfora del Sharar, pues en ella se menciona expresamente a san Marón y a los cuatro concilios ecuménicos en los que estuvieron intensamente involucrados los maronitas (los de Nicea, Constantinopla, Éfeso y Calcedonia).
Hay claras evidencias históricas de su uso en la liturgia maronita que muestran que se utilizó al menos hasta el siglo 1716 (fecha de impresión del segundo misal maronita, y que incluyen a esta anáfora). Se encuentran también en algunas página de los ejemplares que se han conservado de la primera impresión del misal maronita del año 1594, señales de la cera de las velas que mancharon los misales.
En esta anáfora las intercesiones se dicen en dos momentos distintos: la primera antes de la consagración y la otra después de ella, pero ambas intercesiones se dicen antes de la invocación al Espíritu Santo.
Esta anáfora es cristológica por excelencia. Centra su dinámica en la relación directa de la Iglesia con el acontecimiento pascual y, por tanto, sobre la encarnación del Hijo único del Padre, quien se anonadó a sí mismo hasta la profundidad del Sacrificio Propiciatorio de la Cruz y se levantó glorioso del sepulcro el día de la Resurrección.
En esta anáfora, la fórmula de la Narración de la Institución no se enuncia en tercera persona, sino en segunda persona. Es decir, mientras en las demás anáforas se dice “y lo bendijo y lo santificó y lo partió y lo dio a sus discípulos, y dijo:…”, en esta se dice: “y lo bendijiste y lo santificaste y lo partiste y se lo diste a tus discípulos , y dijiste:…”.
La Comisión Patriarcal para la Liturgia imprimó nuevamente esta anáfora en año 2008 con el título «Anáfora de san Pedro-Sharar», para distinguirla de la Anáfora de san Pedro de uso común en el misal maronita actual.
Esta anáfora se solía usarse en las siguientes misas del Ciclo Litúrgico: el Domingo de la Consagración de la Iglesia (Apertura del Año Litúrgico); el Domingo de los Sacerdotes Difuntos (ciclo de Epifanía); el Domingo Nuevo (ciclo de Resurrección); la Solemnidad de san Pedro y san Pablo (29 de Junio); y, evidentemente, en la Solemnidad de la Asunción de María (15 de Agosto).
Esta anáfora aportó su estructura y, en su contenido, varios textos, a la Anáfora de la Signación del Cáliz , liturgia que se celebra el Gran Viernes de Crucifixión en la Semana Santa de Pasión. De ahí que a veces, a la Anáfora de la Signación del Cáliz se le llamaba, coloquialmente entre los fieles, como Anáfora del Sharar. Pero son anáforas distintas que convendrá no confundir.
Bibliografía:
HAYEK, Michel, Liturgie Maronite Histoire et Textes Eucharistiques, France: Mame, 1964.
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Cómo Citar:
Meouchi-Olivares, A. (2019). Diccionario Enciclopedico Maronita. iCharbel-Editorial.
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