La Epíclesis es la acción litúrgica en que se invoca al Espíritu Santo en un contexto de oración sacramental con el propósito de “santificar” o “iluminar”. El vocablo procede del griego antiguo ἐπίκλησις (“invocación” o “llamando desde lo alto”).

Durante la Divina Liturgia tiene lugar después de la Anámnesis, y es de la siguiente forma:

Diác: Cuán admirable es este momento, hermanos, en que el Espíritu Vivo y Santo desciende y se posa sobre esta Eucaristía preparada para nuestra santificación. Permanezcamos de pie y oremos, con reverente temor, en profundo silencio:

(El celebrante se inclina y mueve las manos tres veces sobre los Misterios diciendo:)
Cel: Ten piedad de nosotros, Señor, ten piedad, y envía desde el cielo a tu Espíritu vivificador para posarse sobre esta ofrenda y la convierta en el Cuerpo y la Sangre que dan vida, para que nos perdone y nos santifique.

Cel: Escúchanos, Señor. Escúchanos, Señor. Escúchanos, Señor. Que tu Espíritu Santo vivificador descienda y se pose sobre nosotros y sobre nuestra oblación.

Fls: Kyrie eleison, Kyrie eleison, Kyrie eleison

Cel: Con su efusión, él convierta este pan ✠ en el Cuerpo de Cristo, nuestro Dios.

Fls: Amín.

Cel: Y convierta la mezcla de este cáliz ✠ en la Sangre de Cristo, nuestro Dios.

Fls: Amín.

Cel: Que estos santos Misterios sean para la remisión de los pecados, la salud del alma y del cuerpo, y para la paz de la conciencia; a fin de que ninguno de tu pueblo fiel se pierda. Antes bien, que todos vivamos con santidad, según tu Espíritu; y así te elevemos la gloria, ahora y por todos los siglos.

Fls: Amín.

La Epíclesis es el culmen de la consagración eucarística. Esta cuestión estuvo muy debatida –para ver este aspecto ver el epígrafe “Invocación al Espíritu Santo” en la voz QURBONO (ܩܽܘܪܒܳܢ).

Las teologías de Oriente siempre han puesto un gran énfasis litúrgico en la acción del Espíritu en los Santos Misterios.