SINAXARIÓN
DEL CALENDARIO LITÚRGICO MARONITA
l | Diciembre 25
NACIMIENTO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO
La fiesta del nacimiento físico del Señor es la primera de nuestras fiestas, con la cual Dios cambió la faz de la tierra habitada de tinieblas a luz, y de abominación a santidad. Él restauró al Adán caído a la posición del primero, para que nos convirtiéramos en hijos de Dios, hermanos del único Hijo y herederos de su gloria eterna.
Por eso, el Apóstol Pablo dice con alegría llenando su corazón: “Pero al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la Ley, para redimir a los que estaban bajo la Ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos. Y, puesto que son hijos, Dios envió a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama: «¡Abbá, Padre!» De manera que ya no eres siervo, sino hijo; y como eres hijo, también heredero por gracia de Dios” (Gálatas 4, 4-7).
Desde la antigüedad, los profetas han anunciado la venida del Mesías. Isaías dijo: “Porque un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado. Sobre sus hombros está el imperio, y lleva por nombre: Consejero maravilloso, Dios fuerte, Padre sempiterno, Príncipe de la paz. El imperio será engrandecido, y la paz no tendrá fin sobre el trono de David”. “Escuchen, casa de David: Pues bien, el propio Señor les da un signo. Miren, la virgen está encinta y dará a luz un hijo, a quien pondrán por nombre Enmanuel” (Isaías 9, 5-6 . 7, 13-14).
En cuanto al evangelista Lucas, dice en el segundo capítulo de su evangelio: “José, como era de la casa y familia de David, subió desde Nazaret, ciudad de Galilea, a la ciudad de David llamada Belén, en Judea, para empadronarse con María, su esposa, que estaba encinta. Y cuando ellos se encontraban allí, le llegó la hora del parto, y dio a luz a su hijo primogénito; lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el aposento.
Había unos pastores por aquellos contornos, que dormían al raso y vigilaban por turno su rebaño durante la noche. De improviso un ángel del Señor se les presentó, y la gloria del Señor los rodeó de luz. Y se llenaron de un gran temor. El ángel les dijo:
–No teman. Miren que vengo a anunciarles una gran alegría, que lo será para todo el pueblo: hoy les ha nacido, en la ciudad de David, el Salvador, que es el Cristo, el Señor; y esto les servirá de señal: encontrarán a un niño envuelto en pañales y reclinado en un pesebre.” (Lc 2, 4-12).
Pongámonos en contemplación frente a esa vil cueva y postrémonos en espíritu y verdad ante el Divino Niño, cantando con el canto inmortal de los ángeles que la Santa Iglesia canta en la Misa todos los días, Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra... Pidamos al Niño Divino que traiga la paz a la humanidad que sufre y la lleve al conocimiento de la verdad eterna, la bondad suprema y la paz duradera. Amén.
Fuente: maronitas.org
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