Shalita, también conocido como Artemio, nació en el siglo IV. Alcanzó un alto rango en el ejército romano y finalmente se le dio la responsabilidad de las tropas romanas estacionadas en Egipto. Siguió siendo un cristiano fiel a pesar del peligro de perder su puesto e incluso su vida. Fue citado ante el emperador en Antioquía por haber destruido los templos y los ídolos de los dioses paganos. Se dice que su cuerpo fue llevado a Constantinopla por Arista, que era diácono de la Iglesia en Antioquía.
El cardenal Baronio insertó el nombre de San Artemio en el Martirologio Romano, siguiendo el ejemplo de la iglesia oriental que lo había venerado a pesar de ser partidario de los arrianos.

El santuario de curación de Artemio era un gran centro de devoción en Constantinopla. La vida griega impresa en el Acta Sanctorum, que se basa en última instancia en el cronista arriano Filostorgio, afirma que el emperador Constancio II encargó a Artemio que transportara las reliquias de San Andrés Apóstol y San Lucas Evangelista, desde Acaya hasta Constantinopla. Artemius cumplió su tarea y fue recompensado con el nombramiento al rango de dux Aegypti (360).

Un año más tarde, Constancio fue sucedido por su primo Juliano, que era pagano. El pueblo de Alejandría acusó a Artemio de varias atrocidades y Julián lo condenó a muerte. Artemio fue decapitado en 363 en la ciudad de Antioquía, donde había sido llamado por el emperador Juliano el Apóstata por mala administración de su provincia. Los cargos se derivaron de su persecución de los paganos en Alejandría y su uso de tropas en la toma y el despojo del Templo de Serapis instigado por Jorge de Capadocia.