SINAXARIÓN
DEL CALENDARIO LITÚRGICO MARONITA
g | Julio 23
SAN APOLINAR, OBISPO DE RAVENA Y MÁRTIR (s. I) | SAN CHARBEL MAJLUF (ver 24 julio)
Como sucede a menudo con los Santos del primer siglo, no hay muchas fuentes históricas sobre la vida de San Apolinar, el primer obispo de Rávena. Vivió en tiempos del Imperio Bizantino de Oriente. El encuentro con el apóstol Pedro parece ser decisivo en su vida. Algunas fuentes, sin embargo, datan la figura histórica del Santo más tarde, alrededor del 150-200.
Seguir a Jesús hasta el fin del mundo
Apolinar es un joven de grandes esperanzas, que vive en Antioquía con su familia de religión pagana. Un día alguien llega a su ciudad para hablar de una nueva forma de amarse los unos a los otros, así como Dios nos ama a nosotros. Su nombre es Pedro y sus palabras son las de Jesús, el Hijo de Dios a quien vio morir con sus ojos y luego resucitar para redimir a la humanidad, y de quien recibió el encargo de construir su Iglesia. Por esta razón, Pedro viaja por todas partes y en torno al año 44 llega precisamente a Siria. Apolinar fue fulgurado por la Palabra y decide seguirlo a Roma. Desde allí, Pedro lo envía a Classe, cerca de Rávena, donde la marina romana tenía una base con cientos de marineros, en su mayoría de tierras orientales. Algunas fuentes también describen una misión evangelizadora en Mesia y Tracia que duró unos 3 años.
Primer obispo de Rávena, para la ira de los paganos
Apolinar es despierto, coge las cosas al vuelo y, sobre todo, habla bien. Logra llevar a muchos a la fe cristiana, obteniendo la conversión de familias enteras. Por eso Pedro le confía la construcción de la Iglesia de Rávena, de la que de hecho es nombrado pastor, es decir, primer obispo. Cuando llega a la ciudad cura a la esposa del tribuno, pero tan pronto como las autoridades se enteran, le piden que sacrifique ídolos a los dioses. Apolinar se niega: responde que los ídolos estaban hechos de oro y plata, materiales preciosos que hubiera sido mejor dar a los pobres, y así, es golpeado brutalmente. A pesar de este difícil debut, gobernaría esta iglesia durante unos 30 años, construyendo la reputación de "sacerdote" y "confesor" por la que es recordado.
El martirio y la difusión del culto
Apolinar interpreta perfectamente la misión pastoral del obispo, logrando conquistar a la fe las almas de muchos. Era normal que en un momento dado terminara en la mira de los paganos. Estamos bajo el reinado de Vespasiano, en el año 70 d.C. Incluso lo intiman a que no predique, pero él se niega a obedecer. Un día, al regresar de una visita a una leprosería, lo golpean tan fuerte que muere siete días después. En el lugar de su martirio – el actual San Apolinar en Classe – se construye una basílica consagrada en el año 549. Su culto se extiende rápidamente, incluso más allá de las fronteras de la ciudad: llega a Roma gracias a los papas Simmaco y Honorio I, mientras que el rey franco Clovis le dedica una iglesia cerca de Dijon. Finalmente, en el siglo IX, sus reliquias son llevadas a la ciudad, y conservadas en la iglesia que a partir de ese momento toma el nombre de San Apolinar el Nuevo.
Otros Santos para hoy
SANTA BRÍGIDA, RELIGIOSA, PATRONA DE EUROPA (1303-1373)
Memoria de santa Brígida en la liturgia Maronita el 26 de Julio (nota: el calendario litúrgico de la iglesia latina lo celebra el 23 de Julio).
Un carácter seguramente fuerte y decidido desde pequeña, aquel de Brígida. Pertenece a una familia aristocrática. Siente la vocación pero acepta de casarse con Ulf, gobernador de un importante distrito del Reino de Suecia, como quería su padre. La primera parte de su vida, marcada por una fuerte fe, transcurre en un matrimonio feliz del cual nacen ocho hijos. Una de ellas, Catalina – que la seguirá a Roma – será también canonizada. Junto al marido adopta la Regla de los Terciarios franciscanos y funda un pequeño hospital. Guiada por un erudito religioso, estudia la Biblia y es tan apreciada por su pedagogía que es llamada por el rey de Suecia para introducir la joven reina a la cultura suiza. Después de más de veinte años de matrimonio, el marido muere. Aquí comienza la segunda parte de su vida.
Brígida y Catalina: que el Papa regrese a Roma
Brígida hace una elección decisiva: se despoja de sus bienes y va a vivir en el monasterio cisterciense de Alvastra. Las experiencias místicas que se relatarán en los ocho libros de las Revelaciones se remontan a ese período, y aquí es donde comienza su nueva misión. En el 1349 va a Roma para obtener el reconocimiento de su Orden intitulado al Santísimo Salvador y que ella quería que estuviese compuesto por monjas y religiosos. Decide, pues, establecerse en la Ciudad eterna, en una casa en Plaza Farnese que aun hoy hospeda la Curia general de la Orden de Santa Brígida. Sufre, sin embargo, las inmoralidades y el difuso degrado que vive la ciudad, en la que se advertía fuertemente la lejanía del Papa, que en aquel período residía en Aviñón. Corazón de su misión – al igual que de su contemporánea Santa Catalina de Siena – será pues, pedirle al Papa que regrese a la Tumba de Pedro.
Una mujer por la paz en Europa
El otro “frente”, en el que su compromiso es fuerte es aquel de la paz en Europa. Escribe a los príncipes para que se ponga fin a la Guerra de los Cien años, entre Francia e Inglaterra. Decisivas en aquel período sus obras de caridad. Ella, que había sido noble, vive en la pobreza, debiendo también pedir limosna en las puertas de las iglesias. Son los años de las peregrinaciones en varias partes de Italia, desde Asís al Gargano, y de la peregrinación de las peregrinaciones, aquella en Tierra Santa: tenía casi 70 años, pero esto no la detiene en su propósito. Central en su experiencia de fe, la Pasión de Cristo y la Virgen María. Lo testimonia también el Rosario de Santa Brígida y las oraciones, ligadas a particulares gracias prometidas a ella por Jesús para quien las hubiese recitado.
Muere el 23 de julio de 1373 en Roma. Confía la Orden a la hija Catalina que, una vez viuda, se había unido a ella cuando Brígida se encontraba en Farfa. Lamentaba sólo que el Papa no hubiese regresado definitivamente a Roma. En el año 1367 de hecho había regresado pero sólo por un breve período. Quien se estableció definitivamente fue Gregorio XI, aunque si bien algunos años tras la muerte de Brígida.
Compatrona de Europa
Canonizada en el 1391 por Bonifacio IX, Santa Brígida es patrona de Suecia. En el 1999 fue declarada Compatrona de Europa por San Juan Pablo II, quien subrayó cómo la Iglesia, aun sin pronunciarse en las particulares revelaciones, acogió la autenticidad global de su experiencia interior. Su figura es, pues, muy querida por los últimos Papas. Benedicto XVI le dedicó una catequesis en la audiencia general y el Papa Francisco quiso canonizar a aquella que en el siglo XX había renovado la Orden del Santísimo Salvador, María Isabel Hesselblad, quien dará una fuerte impronta ecuménica, siempre en la estela de aquella búsqueda de la paz y de la unidad, tan querida por Brígida.
Fuente: VaticanNews