SINAXARIÓN
DEL CALENDARIO LITÚRGICO MARONITA
g | Julio 19
SANTA MARGARITA DE ANTIOQUÍA (s III)
La santa fue en la antigüedad una de las mártires más populares de la Iglesia. El culto «de la gran virgen Marina» comenzó en el Oriente. Pero Rabano Mauro la llama Margarita en su martirologio (siglo IX), lo mismo que el Salterio de Bosworth. La fama de Margarita se extendió a partir de entonces por Inglaterra, Francia y Alemania y no decayó en toda la Edad Media.
El pueblo cristiano la consideraba como uno de los «catorce santos auxiliadores» y su voz fue una de las que oyó santa Juana de Arco. Sus pretendidas reliquias fueron robadas de Antioquía el año 908 y transportadas a San Pietro in Valle, junto al Lago de Bolsena. En 1145, fueron trasladadas a Montefiascone y, en 1213, Venecia recibió una parte de ellas. En muchos sitios de Europa se muestran actualmente sus reliquias. Las «actas» son una falsificación llevada a cabo por un autor que se da a sí mismo el nombre de Teótimo («temeroso de Dios») y trata de hacerse pasar por criado de Margarita y testigo presencial de todos los hechos que relata. Dichas actas pertenecen a la misma clase que las de santa Pelagia de Antioquía y sus congéneres.
Resumiremos brevemente el contenido de las mismas: Margarita era hija de un sacerdote pagano de Antioquía de Pisidia y fue educada por una mujer cristiana. Cuando se convirtió al cristianismo, la joven tuvo que partir de la casa de su padre y empezó a ganarse la vida como pastora. Cuando el prefecto Olibrio la vio, quedó prendado de su belleza y juró tomarla por esposa si era una mujer libre, o por concubina si era esclava. Pero Margarita lo rechazó. Entonces Olibrio se vengó juzgándola por ser cristiana y la encarceló, después de haberla torturado. Margarita sufrió en la cárcel una terrible prueba, ya que cl demonio se le apareció en forma de dragón y se la tragó; pero la cruz que la santa llevaba en la mano obligó al dragón a vomitar sana y salva su presa (¡incluso la «Leyenda Dorada» afirma que este hecho «es probablemente apócrifo»!). La protección en los partos difíciles se suele explicar por asociación simbólica con esta escena del dragón. Margarita se enfrentó entonces con otro demonio, al que también venció: dicho demonio le confesó que Salomón le había encerrado en un vaso de bronce con otros de sus hermanos y que los habitantes de Babilonia, creyendo que el vaso contenía un tesoro, lo habían abierto; así escaparon los demonios para hacer el mal por el mundo (la semejanza de esta leyenda con la de Pandora no necesita comentario alguno). Al día siguiente, el tirano trató en vano de dar muerte a Margarita por el fuego y el agua, pero lo único que consiguió con ello fue que se convirtiesen millares de los que se hallaban presentes. Olibrio los mandó decapitar a todos al instante. Finalmente, la santa pereció por la espada; pero el verdugo cayó fulminado en el mismo momento en que la mató. Sin embargo, la muerte del verdugo no fue un castigo sino un premio, pues se había mostrado renuente a cumplir su oficio. Según la leyenda, el martirio tuvo lugar durante la persecución de Diocleciano. El fiel Teótimo robó el cuerpo de Margarita, y una viuda le dio sepultura en la ciudad.
Aunque la Iglesia reconoce que la información carece de fidelidad valora mucho su culto inmemorial por ello lo conserva hasta el día de hoy.
Fuente: "Vida de los santos" de Alban Butler,
Otros Santos para hoy
SANTAS RUFINA Y SEGUNDA, MÁRTIRES
Memoria de sanas Rufina y Segunda en la liturgia Maronita el 12 de marzo (nota: el calendario litúrgico de la iglesia latina lo celebra el 19 de julio).
En Sevilla, Andalucía, España, santas Justa y Rufina, virgenes, que arrestadas por ordenes del gobernador Diogeniano soportaron crueles suplicios, prisión, inanición y otras torturas. Justa murió en prisión, mientras que Rufina, por haber confesado su fe en el Señor fue degollada.
Etimología: Justa = justa, del latín,
Rufina = de pelo rojo, del latín
Eran hermanas carnales, nacidas en Sevilla, Justa en 268 y Rufina en 270, de familia muy modesta con firmes convicciones cristianas. En la época que vivieron dominaban los romanos gran parte del mundo por ellos conocido. En estos tiempos paganos, las hermanas dedicaban su tiempo a ayudar al prójimo y al conocimiento del Evangelio.
Era costumbre celebrar una vez al año una fiesta pagana en honor a Venus y en la que se rememoraba el fallecimiento del admirado Adonis. Según la tradición cristiana, se recorrían las calles de la ciudad con la figura cargada en hombros molestando gravemente al público y exigiendo inmensas limosnas para la fiesta. En cierta ocasión, los paganos llegaron a casa de Justa y Rufina exigiendo el dinero correspondiente, pero las hermanas se negaron a pagarlo por ser el fin de éste contrario a su fe, y no sólo esto sino que decidieron hacer añicos la figura de la diosa entre ambas, provocando de esta manera el enfado general de las devotas que se lanzaron hacia ellas.
El prefecto de Sevilla, Diogeniano, mandó encarcelarlas, animándolas a abandonar sus creencias cristianas si no querían ser víctimas del martirio, las santas se negaron a pesar de las amenazas. Sufrieron el tormento del potro para a continuación ser torturadas con garfios de hierro. Diogeniano esperaba que el trato que se le daba sería suficiente para que renunciaran a su fe, ellas aguantaron todo. Viendo que no surtió efecto el castigo las encerró en una tenebrosa cárcel donde sufrirían las penalidades del hambre y la sed.
Estoicamente sobrevivieron a su condena, por lo que fueron castigadas de nuevo, esta vez debían caminar descalzas hasta llegar a Sierra Morena. Tuvieron la suficiente fuerza para conseguir el objetivo. Viendo que nada las vencía mandó encarcelarlas hasta morir, la primera en fallecer fue Santa Justa, su cuerpo lo tiraron a un pozo, recuperado poco tiempo después por el obispo Sabino.
Una vez que hubo acabado con la vida de Justa, Diogeniano creyó que Rufina sucumbiría a sus deseos con más facilidad, pero no lo consiguió, y decidió acabar con su vida de la forma más lúgubre en aquellos tiempos, la llevó al anfiteatro y la dejó a expensas de un león para que la destrozase. La bestia se acercó y lo más que hizo fue mover la cola y lamer sus vestiduras como haría un animal de compañía. El Prefecto no aguantó más, la mandó degollar y quemar su cuerpo. Nuevamente tras este hecho el obispo Sabino recogió los restos y la enterró junto a su hermana en el año 287.
Por tan cristiana acción, fueron canonizadas. Se les nombró Patronas de Sevilla, y de los gremios de alfareros y cacharreros. También son veneradas como patronas de otras localidades, por ejemplo Orihuela, donde la leyenda cuenta que las santas se aparecieron en forma de dos luceros sobre la sierra de Orihuela tras la valerosa conquista cristiana sobre los musulmanes y su falsa fe impuesta.Tambien es patrona de Payo de Ojeda en Palencia y de la ciudad conquense de Huete.
Las santas Justa y Rufina son especialmente veneradas en Sevilla. La tradición las señala como protectoras de la Giralda y la Catedral, considerando que por su intercesión no cayeron tras el terremoto de Lisboa de 1755.
Fuente: maronitas.org