San Filanos era de Iliria, los Balcanes. Era cristiano y trataba para el gobierno. En el momento de la persecución provocada por el rey Adriano, arrestaron a Filanos y a su familia cristiana y se los entregaron a Amphilocius. Declararon abiertamente que eran cristianos. Los azotaron violentamente mientras eran pacientes y firmes en su fe.

Los metieron en la cárcel bajo la vigilancia de un hombre llamado Crónidas. Se volvieron más valientes, pacientes y firmes. Y al día siguiente, ordenó el gobernador que los echaran en una olla llena de aceite hirviendo. Dios los protegió de todo daño, y en esta maravillosa escena, Amphilocius, el comandante, y Crónidas, el guardián y escritor, creyeron y se convirtieron.

Y el rey llegó a Iliria y se enteró del accidente de estos mártires y de la tortura que les había sucedido, pero fue en vano. Y cuando se enteró de la conversión del comandante Amphilocius y del guardia Crónidas a la fe cristiana, se enfureció y ordenó que se hirviera la olla muchas veces. Y tirarlos a todos. Estaban ilesos. Porque el poder de Dios los ha mantenido a salvo. Entonces el rey ordenó que les cortaran la cabeza. Ganaron la gloria en el año 130.

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