Interesante testimonio del siglo XVIII de la fidelidad de los maronitas, testigos de esperanza, y de su entrega incondicional a Cristo y de su unión al vicario de Cristo —el Papa de Roma— , durante las largas y duras persecuciones que a lo largo de los años han vivido en el Líbano.
En mayo, las tropas musulmanas marcharon a la conquista de Jebbet-Bcharre. Subieron desde el este de Trípoli por el valle de Hayrona, sitiaron Ehden y la conquistaron el cuadragésimo día, durante el mes de junio. Saquearon sus casas, mataron a sus habitantes y redujeron a ruinas la ciudadela en el centro del pueblo y la fortaleza en la cima de la montaña. Después marcharon hacia Bqoufa y la conquistaron en julio. Detuvieron a sus dirigentes y los quemaron dentro de sus casas. Saquearon las propiedades y redujeron Bqoufa también a ruinas. Tras haber matado a los habitantes de Hasroun y Kfarsaroun en la iglesia, las tropas musulmanas marcharon el 22 de agosto hacia Hadath el-Jebbeh. Los habitantes huyeron a «Assi» (una cueva inexpugnable) y se escondieron en esa cueva que tenía un depósito de agua. Los soldados mataron a los ciudadanos que intentaron seguir a los que se escondieron en la cueva. Los soldados musulmanes destruyeron Hadath, construyeron una torre delante de la cueva y se escondieron en estas torres para conspirar contra los que estaban dentro de las cuevas. Después destruyeron todos los lugares de difícil acceso.
Cuando las tropas musulmanas no pudieron conquistar el Haouqa Assi en las afueras de Hadath, Ibn Al-Sabha de Kfarsaghab sugirió dirigir el manantial que estaba por encima de Bcharre, para que vertiera en la gruta y la inundara. La conquistaron con la estrategia del agua porque estaba en el lado interior del acantilado. Los musulmanes permitieron a Ibn Al-Sabha llevar un turbante blanco y le concedieron esclavos como sirvientes.
Tras el regreso de las tropas, se arrepintió y construyó el monasterio de Nuestra Señora de Haouqa cerca de la torre que estaba situada en el acantilado.
El lunes 12 de marzo de 1307, el gobernador de Damasco, Aqūsh al-Afram, marchó con 50 mil soldados y hombres a las áridas montañas de Kesserwan, frente a Beirut.
Las tropas rodearon las montañas por todos lados. Invadieron los pueblos, arrasaron el campo, destrozaron iglesias, mataron y capturaron a muchos de los lugareños, entre ellos drusos, cristianos y otros. Aquellas poderosas montañas quedaron devastadas y sus habitantes humillados.
En 1365, Santiago, el obispo de Ehden, escribió al final del evangelio que copió en marzo de 1677 (que el rey de Chipre se dirigió con sus tropas a Alejandría, saqueó sus propiedades, mató a sus hombres y capturó a los niños. Esto había enfurecido al sultán musulmán contra los cristianos, por lo que encarceló a los líderes de la iglesia. El obispo Santiago estaba con ellos, pero Jesucristo le ayudó a escapar y copió el Santo Evangelio mientras se escondía. El Evangelio consta de 27 quires (i.e.: cuatro hojas de papel o pergamino dobladas para formar ocho hojas, como en los manuscritos medievales) escritos en siríaco y Garshuni. Ha estado protegido hasta nuestros días en el monasterio de Qannoubine, que también fue hogar del Patriarca de Antioquía, Gabriel. Durante las persecuciones, se escondió en su pueblo Hjoula, en el distrito de Biblos. Por su culpa, el gobernador de Damasco escribió al gobernante de Trípoli, que capturó a 40 hombres de Hjoula y les ordenó que trajeran al Patriarca. A principios de abril, el gobernante de Trípoli ordenó quemar al Patriarca en Taylan, a las afueras de Trípoli.
El 22 de febrero de 1439 tuvo lugar la inauguración del Sacro Concilio en Florencia. Las cartas del Patriarca Juan y del pueblo maronita del Monte Líbano y Jerusalén fueron presentadas al Papa Eugenio y a los padres conciliares asistentes, por lo que le nombró Patriarca de Antioquía y lo bendijo, a través de su mensajero el padre Farajuan Wardian con el palio, la mitra y una hermosa capa, que hacía juego con las de quienes le precedieron.
En octubre y noviembre, el padre Farajuan y sus acompañantes llegaron a Trípoli, y cuando se difundió la noticia de la comunión eclesiástica entre el patriarca y el Papa, la ciudad se llenó de alegría y celebraciones que el gobernante de Trípoli detuvo al padre Farajuan y a sus acompañantes porque imaginaba que el rey de Roma había entrado en la tierra de los francos y que el concilio sólo se había celebrado para tramar cómo arrebatar Tierra Santa al sultán de Egipto. Entonces el Patriarca Juan había pedido a algunas personas que pagaran la fianza y los liberaran. Después de que el padre Farajuan y sus compañeros se dirigieran al monasterio de Nuestra Señora de Mayfouk, entregaron al Patriarca Juan las cartas del Papa y el palio, y luego se dirigieron a Beirut. Ante la orden del gobernante de Trípoli de reunirse con ellos, y tras su negativa a hacerlo, el gobernante invadió el monasterio, capturó a los monjes y a los alguaciles, quemó sus casas y mató a algunos de los líderes de la comunidad.
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Extracto de Tawtal, F. (1951). Patriarca Esteban Doueihy: Tarikh al Azmina (Historia de los tiempos). Beirut.
Este texto fue escrito por el patriarca maronita Esteban Doueihy que murió en 1704 d.C. en el valle de Qannoubine.
Para leerlo en inglés: Patriarch Estephan Doueihy
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