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La civilización fenicia en el tríptico de Occidente

En 146 a.C., Roma derrotó a Cartago y Corinto, pero a ello seguiría un comportamiento divergente hacia sus dos competidoras milenarias. Cartago sería destruida y su biblioteca devastada, mientras que la de Alejandría seguiría siendo apreciada, haciendo honor a la cultura griega. Este planteamiento se mantuvo en el siglo XIX y por los historiadores modernos, convirtiendo a los fenicios en los grandes ausentes de la historia mediterránea.

Iglesia Maronita

Por: Dr. Amine Jules Iskandar

Syriac Maronite Union-Tur Levnon

Asociado de maronitas.org

Escrito para Ici Beyrouth

Publicado el 29 de abril de 2023


Los estudios e investigaciones sobre la civilización fenicia siguen siendo dispares y no permiten construir una imagen sostenida de la misma. Ello se debe a que no se reúnen en una estructura capaz de garantizar la continuidad y los vínculos entre las distintas disciplinas. Fenicia nunca ha conocido esta posibilidad que los «estudios clásicos» han garantizado al mundo grecorromano.

Patriarca Al-Rahi
Mapa de las expansiones fenicias y griegas. Foto de: www.histoirdefrance.fr

Una nueva mirada


Para la autora de Phoenicians and the Making of the Mediterranean (Los fenicios y la creación del Mediterráneo), Carolina López-Ruiz, es hora de superar el estereotipo del fenicio como comerciante, o incluso metalúrgico, artesano y propagador del alfabeto. Porque Fenicia desempeñó un gran papel en los campos de la agricultura, la organización territorial, la construcción naval, la arquitectura, la filosofía, la cosmogonía, la mitología, la política, la fundación de ciudades, su administración y su protección. No olvidemos que hizo frente a Roma. Sus ciudades-Estado precedieron a las de Grecia, al igual que su imperio.


Ya no es justificable dividir sus hazañas entre fenicias y púnicas, pues las dos no son más que una variación en la pronunciación de un término común. La P de su lengua y su alfabeto también se lee Ph (n. del tr.: f en español), y el fenicio se sigue llamando hoy Puniqi en siríaco.


En el año 146 a.C., Roma derrotó a Cartago y Corinto, pero a continuación tendría un comportamiento divergente hacia sus dos competidores milenarios. Cartago sería destruida y su biblioteca devastada, mientras que la de Alejandría seguiría siendo apreciada, haciendo honor a la cultura griega. Didon será rechazada, lamenta Carolina López-Ruiz, mientras que se formará una mitología grecorromana que otorgará a Eneas una genealogía troyana. Éste, antepasado de Rómulo, aparecería como fundador del pueblo romano. El propio Julio César establecería su legitimidad afirmando descender de Venus y Eneas. La leyenda de la continuidad grecorromana nació sobre las cenizas de la herencia fenicia. El tríptico de la civilización mediterránea, desde el Mare Nostrum hasta los orígenes de Occidente, iba a quedar deliberadamente reducido a un díptico exclusivo.


Literatura fenicia


A pesar de las afirmaciones de que no existe literatura fenicia, debemos el redescubrimiento de este tesoro a la controversia de los siglos II-IV entre cristianismo y paganismo. Los apologistas cristianos griegos y latinos debían utilizar los restos de las cosmogonías y mitologías fenicias para confundir al paganismo.


Sin proponérselo, Melitón el Griego, San Jerónimo y San Eusebio de Cesarea iban a transmitirnos las pruebas de la existencia de una rica producción literaria fenicia, derribando el tópico del avaro mercader fenicio. Nos transmitieron a Sanchoniathon y a Filón de Biblos. En cuanto a San Agustín, obispo de Hipona (actual Annaba, en Argelia) y él mismo fenicio, mencionó los libri punici escritos en cananeo púnico. La epigrafía atestigua también que la lengua fenicia sobrevivió hasta la época de este santo, es decir, a principios del siglo V.


Gracias a los archivos de Tiro, pervivió una cultura neofenicia en las obras grecorromanas, como señala Carolina López-Ruiz. Menciona a catorce filósofos fenicios que residieron en Atenas durante el periodo clásico, entre ellos Zenón, el fundador del estoicismo, y Kleitomachos (o Hasdrubaal), jefe de la escuela platónica, que había enseñado filosofía en Cartago en lengua fenicia (púnica). Refiriéndose a los filósofos neoplatónicos, señala que Pitágoras tuvo por maestro a un fenicio durante su viaje a Tiro y Sidón.

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Sarcófago de Ahiram de Biblos, siglo XIII-X a.C., con el Coloso de Biblos al fondo. Foto de la página web del Museo Nacional de Beirut

El borrado de Fenicia


La destrucción de la biblioteca cartaginesa y del patrimonio fenicio, por una parte, y la propaganda difundida por el conquistador grecorromano, por otra, dieron la impresión de que no existía literatura fenicia. A esto se añadió la novela europea elaborada en el siglo XIX sobre un ideal indoeuropeo purificado de todo rastro de semitismo. Esta novela pretendía realzar, glorificándolas, todas las huellas de la influencia nórdica, mientras sofocaba las aportaciones cananeas, ya fueran de la madre patria o de Cartago.


Aunque los fenicios desempeñaron un papel destacado en Italia a partir del siglo VIII, sólo la aportación griega fue retenida por una especie de helenocentrismo heredado de los antiguos y mantenido por el siglo XIX y por los historiadores modernos. Por todo ello, los fenicios son los grandes ausentes en la historia del Mediterráneo. Incluso cuando los textos hacen referencia a ellos, como los poemas homéricos que cantan las habilidades de sus artesanos, estos testimonios no se tienen en cuenta y se clasifican como documentos no históricos.


Cuando ya no fue posible ocultar el origen cananeo de un tema, se diluyó preferentemente en una noción indefinida de arte orientalizante, o se atribuyó al Levante como zona geográfica, sin mencionar una especificidad cultural. El uso del término «orientalizante», introducido en 1879, se debe en parte a una visión monolítica de Oriente, incapaz de distinguir los matices y diferencias entre egipcios, asirios, israelitas y fenicios.


Un léxico engañoso


Y sin embargo, incluso según esta interpretación deliberadamente imprecisa, no se puede negar, escribe el arqueólogo James Whitley, que los fenicios formaban el componente más importante entre las poblaciones del Levante. También es intelectualmente honesto reconocer que los artefactos y las pruebas arqueológicas proceden de yacimientos claramente fenicios, no asirios, arameos, egipcios o moabitas, afirma Carolina López-Ruiz.


En su libro Phoenicians and the Making of the Mediterranean (Los fenicios y la creación del Mediterráneo), deplora la narrativa de los vídeos y paneles expuestos en yacimientos y museos occidentales, que son explícitos a la hora de definir la identidad griega de un objeto, mientras que resultan bastante vagos cuando se trata de un origen o influencia fenicios. Esta última se califica entonces de orientalizante o egipcianizante. Y, si se menciona el papel de los fenicios, es como simples mercaderes, responsables únicamente del transporte. Estas presentaciones parciales añaden espectacularidad a las ruinas grecorromanas, mucho más atractivas para el turista que los restos de la Edad de Hierro.


El Museo Nacional de Beirut va aún más lejos al evitar toda referencia a la civilización fenicia o incluso cananea. Así, los periodos se presentan con términos genéricos como «periodo egipcio, asirio, persa, helenístico, romano o bizantino». Para los periodos fenicios o los objetos del periodo de independencia o autonomía, el Museo de Beirut opta por un léxico cronológico saneado y desprovisto de identidad, como «Edad del Cobre», luego «Edad del Bronce», después «Edad del Hierro».


Para Carolina López-Ruiz, es hora de reconocer el valor de la interconexión y la organización de la red que formaron las ciudades-estado fenicias, en primer lugar entre sí, y con sus fundaciones en las costas africanas y europeas. Este vínculo era mucho más que comercial, pues abarcaba una cultura, una lengua y una religión comunes, así como causas políticas que permitían a los componentes federarse para hacer frente a las amenazas. El reconocimiento de estos vínculos hace justicia a Fenicia, y por tanto a su papel fundador, formando con Grecia y Roma, el tríptico de Occidente.

 

Para leer el texto original en francés: La civilisation phénicienne dans le triptyque de l’Occident

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